Pollo

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Desde la perspectiva gastronómica el pollo es un animal muy interesante, ya que proporciona los huevos, un ingrediente clave en la cocina, y la carne; pero, sin embargo, tiene muchos problemas y es objeto de una desinformación increíble.

 

La desinformación empieza por los valores nutricionales. La pechuga de pollo es ampliamente considerada como un corte muy magro y por esto está incluido en muchas dietas y consumida por aquellos que quieren ahorrar calorías. Sin embargo, es un corte muy poco interesante desde el punto de vista gastronómico, agradable sólo si se come con la piel, en el pollo asado, que deja la carne menos estropajosa. Una lonja de carne magra de cerdo, o una pechuga de pato o pichón tomada de la piel, tienen las mismas calorías de pechuga de pollo, pero son mucho más agradables.

El pollo se da generalmente a los niños, los ancianos y tiene el primer lugar en las dietas adelgazantes, ya que se cree que es especialmente ligero y saludable: nada podría estar más equivocado.

El hecho es que la dieta, en el imaginario de la gente, tiene que ser desagradable: igual que una medicina, que cuanto más fea tanto más es buena para la salud. Pero no es sólo cuestión de gusto o de sabor; es que el pollo de granja, criado en batería propio no se debe de comer.

Las condiciones innaturales de criadero intensivo, en granjas industriales, llevan a la necesidad de realizar profilaxis antibiótica y suplementos alimenticios extraordinarios en estos animales cuyo consumo fuertemente desaliento, buscando en otro lado, cuando hay, producciones locales de calidad o productos certificados, por ejemplo, orgánicos.

 

Quiero aclarar que sí me gustaría el pollo (mejor cuando se vuelve gallina) y también los huevos. Pero.

Pero tienen que ser, los dos, de campo, o los orgánicos, y no es fácil de encontrarlos.

De acuerdo con los expertos “para que el pollo sea considerado orgánico, debe ser criado sin antibióticos, sin hormonas y sin harinas de origen animal”.

 

Porque estos son los ingredientes de la alimentación de los pollos en las granjas, en galpones donde conviven de 10 a 20 aves por metro cuadrado, con luz artificial constante, alimentación las 24 horas y condiciones térmicas controladas.

Reciben estimuladores de crecimiento (hormonas) y vacunas, antibióticos y bacteriostáticos preventivos pues son muy frágiles a enfermarse.

En esta manera los pollos son capaces de crecer muscularmente (hipertrofiar) en un tiempo record que su cuerpo biológico no puede aguantar porque no es un ritmo natural. Por ello, muchos pollos apenas pueden dar dos pasos y se rompen una pata, o ambas, porque sus huesos no pueden aguantar el peso de sus músculos, desarrollados muy por encima del resto de sus órganos.

Los pollos tienen una capacidad para vivir entre 10 y 15 años y suelen ser faenados a los 21 días de su nacimiento.

Le pongo una tablilla que encontré en la web que relaciona el peso de varia razas de pollitos con la edad de vida:
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Así que cuando comemos uno cualquiera de los muchísimos “pollos asados” que encontramos en México, país entre los principales consumidores de pollo a nivel mundial –el primero en la lista son los Estados Unidos-, tenemos que pensar que es un pollito de pocos días, que tiene carne hinchada artificial, sin sabor y peor cargada de elementos químicos que pueden afectar a nuestra salud.

 

Y entonces, gordura, colesterol, diabetes, problemas cardiovasculares y lo que le sigue, salen de nuestra manera de vivir y de comer. Si el ejercicio físico ayuda, es la cantidad y sobretodo la calidad de la comida que nos hace como somos.

Hay que tener cuidado: no tiene que parecer raro que el brote, la explosión de estas enfermedades transmitida por los alimentos sea conectada con la diferente manera de comer.

De la casa a la calle; de una cocina de la mamá a la de los fast-food, la comida barata, la comida sin calidad, la comida chatarra.

 

 

Lo mismo pasa con los huevos; la cría selectiva y la alimentación aditiva ha potenciado la característica natural de las gallinas ponedoras que logran poner hasta 300 huevos en un año.

Pero también la calidad del huevo depende de lo que comen las gallinas. Un refrán antiguo nos cuenta que el huevo nace del pico: la calidad del huevo depende de la naturaleza de lo que encuentra para comer.

 

Industrialmente todo está programado y esforzado para obtener la máxima cantidad, declinando en calidad y salud.

Los consumidores a menudo no saben lo que comen y pierden poco a poco el gusto, que se va alterando, por la buena comida y sana.

 

Llegando al extremo, hay personas que no le gusta más el producto genuino: el pollo de campo y el huevo “de gallo” son sucios, huelen “fuerte” (que sería tienen su sabor natural) y prefieren algo que no sabe de nada y además les va a afectar a su salud.

También esto es falta de cultura.

 

 

 

 

 

 

 

 

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